Llorando una pérdida
Un saludo a tod@s ustedes.
A lo largo de mi vida ya transcurrida he vivido muchos momentos inolvidables. También he vivido etapas que me han marcado. El momento vivido es algo puntual, pero las etapas son espacios de tiempo suficientemente amplios en las que recuerdo estados de ánimo, experiencias vividas, proyectos cumplidos o algún que otro sueño roto.
Estas etapas están marcadas por personas, lugares, situaciones, momentos. Y a veces tienen hasta su propia banda sonora. Para mi la música es, en parte, una banda sonora que me acompañó en esas etapas vitales.
Y en gran parte de esas etapas vitales se encuentra la banda sonora llena de melancolía de Antonio Vega. Un músico, compositor, cantautor que sobrevivió a la parte snobista de la movida madrileña, a los excesos de toda una generación de españoles que comenzaron a flirtear con las huidas de la realidad. Muchos se quedaron en el camino, otros optaron por la vía comercial y, en el caso de Antonio Vega, optó por una música muy personal llena de autenticidad e intimismo sin renunciar al éxito del mercado.
Con su muerte en el día de hoy siento que pierdo una parte importante de la banda sonora de mi vida. Pierdo la banda sonora de mi adolescencia, de los tiempos de Nacha Pop (Ay, ¿por qué no fui en su momento a verlos en los legendarios conciertos de la Telegrafía sin Hilos?), pierdo la banda sonora de mi entrada en la edad adulta, y una generación de jóvenes hemos perdido una referencia generacional. Perdemos sus letras de perdedores, de amores perdidos, de amores imposibles, de amores no conquistados, de luchas consigo mismo y de escapadas de la realidad. En definitiva, perdemos toda una forma de entender el arte con la que me identifico: el arte como forma de comunicar sentimientos y vivencias.
Ya sufrí en una madrugada el fallecimiento de Enrique Urquijo, vocalista de Los Secretos. Recuerdo que era una noche en la que no podía dormir. Me desperté y le pedí a mi compañera sentimental nocturna que me calmara. Esta compañera sentimental se llamaba y se sigue llamando "Radio". Sonaba la voz de Enrique Urquijo cantando "María La Portuguesa". Tras terminar la canción el locutor hizo mención de su fallecimiento horas antes en las que fue encontrado muerto por el SAMUR en una casapuerta de un piso de la calle del Espíritu Santo, en pleno Barrio madrileño de Malasaña. Aquella pérdida dolorosa supuso silenciar una de las voces más lúcidas del panorama musical español. Y hoy perdemos otra de esas voces lúcidas.
Termino estas líneas haciéndole un homenaje a Antonio Vega con una letra que resume parte de su sufrimiento vital. Perdemos al artista, pero nos quedan sus canciones y sus letras. Descanse en paz.
A lo largo de mi vida ya transcurrida he vivido muchos momentos inolvidables. También he vivido etapas que me han marcado. El momento vivido es algo puntual, pero las etapas son espacios de tiempo suficientemente amplios en las que recuerdo estados de ánimo, experiencias vividas, proyectos cumplidos o algún que otro sueño roto.
Estas etapas están marcadas por personas, lugares, situaciones, momentos. Y a veces tienen hasta su propia banda sonora. Para mi la música es, en parte, una banda sonora que me acompañó en esas etapas vitales.
Y en gran parte de esas etapas vitales se encuentra la banda sonora llena de melancolía de Antonio Vega. Un músico, compositor, cantautor que sobrevivió a la parte snobista de la movida madrileña, a los excesos de toda una generación de españoles que comenzaron a flirtear con las huidas de la realidad. Muchos se quedaron en el camino, otros optaron por la vía comercial y, en el caso de Antonio Vega, optó por una música muy personal llena de autenticidad e intimismo sin renunciar al éxito del mercado.
Con su muerte en el día de hoy siento que pierdo una parte importante de la banda sonora de mi vida. Pierdo la banda sonora de mi adolescencia, de los tiempos de Nacha Pop (Ay, ¿por qué no fui en su momento a verlos en los legendarios conciertos de la Telegrafía sin Hilos?), pierdo la banda sonora de mi entrada en la edad adulta, y una generación de jóvenes hemos perdido una referencia generacional. Perdemos sus letras de perdedores, de amores perdidos, de amores imposibles, de amores no conquistados, de luchas consigo mismo y de escapadas de la realidad. En definitiva, perdemos toda una forma de entender el arte con la que me identifico: el arte como forma de comunicar sentimientos y vivencias.
Ya sufrí en una madrugada el fallecimiento de Enrique Urquijo, vocalista de Los Secretos. Recuerdo que era una noche en la que no podía dormir. Me desperté y le pedí a mi compañera sentimental nocturna que me calmara. Esta compañera sentimental se llamaba y se sigue llamando "Radio". Sonaba la voz de Enrique Urquijo cantando "María La Portuguesa". Tras terminar la canción el locutor hizo mención de su fallecimiento horas antes en las que fue encontrado muerto por el SAMUR en una casapuerta de un piso de la calle del Espíritu Santo, en pleno Barrio madrileño de Malasaña. Aquella pérdida dolorosa supuso silenciar una de las voces más lúcidas del panorama musical español. Y hoy perdemos otra de esas voces lúcidas.
Termino estas líneas haciéndole un homenaje a Antonio Vega con una letra que resume parte de su sufrimiento vital. Perdemos al artista, pero nos quedan sus canciones y sus letras. Descanse en paz.
Agárrate a mi, María
Estoy metido en un lío
y no sé como voy a salir
Me buscan unos amigos
por algo que no cumplí
Te juré que había cambiado
y otra vez te mentí
Estoy como antes colgado
y por eso vine a tí
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que esta noche es la más fría
y no consigo dormir
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
Mañana cuando despiertes
estaré lejos sin ti
No creo que pase nada
de otras peores salí
Si acaso no vuelvo a verte
olvida que te hice sufrir
No quiero si desaparezco
que nadie recuerde quien fui
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que esta noche es la más fría
y no consigo dormir
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
Agárrate fuerte a mí, María
Y no llores más por mí
Volveré por ti algún día
y escaparemos de aquí
Agárrate fuerte a mi, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
Estoy metido en un lío
y no sé como voy a salir
Me buscan unos amigos
por algo que no cumplí
Te juré que había cambiado
y otra vez te mentí
Estoy como antes colgado
y por eso vine a tí
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que esta noche es la más fría
y no consigo dormir
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
Mañana cuando despiertes
estaré lejos sin ti
No creo que pase nada
de otras peores salí
Si acaso no vuelvo a verte
olvida que te hice sufrir
No quiero si desaparezco
que nadie recuerde quien fui
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que esta noche es la más fría
y no consigo dormir
Agárrate fuerte a mí, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
Agárrate fuerte a mí, María
Y no llores más por mí
Volveré por ti algún día
y escaparemos de aquí
Agárrate fuerte a mi, María
Agárrate fuerte a mí
que tengo miedo
y no tengo donde ir
2 Comments:
Es lo que me gusta de ser artista, que nunca se ira. El sigue presente acompañandonos en el tiempo y viajando con nosotros. Mientras yo viva, el vive en mi y en mis recuerdos.
Unos conciertos a los que me arrepiento también de nunca haber ido. Vaya consumismo adolescente de música basura, acid house y comercial, como si de malas hamburguesas -eso sí europeas- se trataran.
Oportunidades perdidas que son como nunca haber visto en el cine Ben-hur o Lo que el viento se llevó.
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