martes, octubre 30, 2007

Preparando San Carlos desde el gimnasio

Un saludo a tod@s ustedes.

Vengo de preparar la Carrera Popular de las Murallas de San Carlos en Cádiz que se celebrará el 1 de noviembre. Y lo he hecho haciendo un rato de gimnasio en el club, con trabajo de bicicleta estática, elíptica y algo de pesas con poco peso pero muchas repeticiones. Hoy no tenía ganas de entrenar pero encontré esta forma alternativa de hacer algo de descanso activo.

Pues estamos listos para el jueves. La carrera serán 7 kms. y mi objetivo es seguir en este proceso de mejora contínua que comenzó con la Carrera Popular de la Playa Victoria en Cádiz, continuó con la Carrera Popular Ciudad de Jerez y que debe seguir con la Carrera de San Carlos y la Popular de Chiclana este domingo.

Esperemos que pasado mañana me respete el tiempo. Sobre todo que no haga el calor impresionante de esta carrera en los últimos años. Siguiendo los sabios consejos que el dá el primo de Mariano Rajoy a el susodicho no buscaré predicciones meteorológicas para el día 1 de noviembre y ese día veré en qué circunstancias nos toca correr.

sábado, octubre 27, 2007

I Congreso sobre Modernización de los Servicios Públicos

Un saludo a tod@s ustedes.

Ayer regresé a última hora de la tarde de Punta Umbría, localidad onubense donde se ha estado celebrando durante 3 días el I Congreso sobre Modernización de los Servicios Públicos. Han sido 3 días intensos, con la participación de personalidades mediáticas muy importantes como Erin Brokovich o Jorge Valdano. Especialmente destacar la intervención de este último, que habló durante más de una hora de la construcción de equipos como base de la calidad de los servicios, resaltando como valores individuales para el buen funcionamiento de equipos de trabajo los relacionados con el talento, el liderazgo, asumir cada persona el rol que le corresponde dentro del equipo, el compromiso con los objetivos del grupo, la confianza entre sus integrantes y la necesidad de una buena comunicación entre estos. Para mi la mejor ponencia de estos tres días.
La gran conclusión que saqué del Congreso, por encima de las ideas de los ponentes y de los proyectos presentes y futuros, es la gran cantidad de funcionarios y funcionarias que tienen gran ilusión ante el reto de la modernidad y que quieren hacer que su lugar de trabajo sea un lugar de referencia en cuanto a calidad del trabajo bien hecho. Si alguien tenía la idea de unos funcionarios anquilosados, anclados en la comodidad y el inmovilismo pues creo que ese tópico le habrá quedado desterrado. He hablado en los Talleres con muchos compañeros funcionari@s de otras Delegaciones y de otras provincias y es increible la cantidad de iniciativas personales que están adoptando muchos de ellos para llevar la mejora contínua a sus Unidades de trabajo. He visto a muchos funcionari@s preocupados por su formación, con ganas de seguir creciendo cada día profesionalmente y con una gran vocación de servicio ante el ciudadano. En estos tres días se me fueron de la cabeza muchos tópicos y prejuicios que tenía en mi mente. Ahora solo hace falta dar a conocer estas experiencias a la sociedad para que no queden en el baul del olvido y para que transmitamos a la sociedad que una gran parte del personal que trabaja en la Junta de Andalucía estamos comprometidos con servir a la sociedad con criterios de calidad y eficiencia.
Durante estos tres días, aparte de dedicarme a asistir a todas aquellas ponencias y talleres que me resultaban interesantes también tuve momentos para el entrenamiento personal. Aproveché para entrenar a las 7 de la mañana, corriendo aproximadamente 1 hora 10 minutos cada uno de los días que salí a hacerlo. El primer día me tocó hacerlo con un aguacero impresionante pero que me dejó con una sensación de bienestar personal y relajado para el resto del día. Y el segundo día ya hacía buen tiempo pero algo de viento. Aun así aproveché para no perder la forma y seguir creciendo en nivel personal. El próximo día 1 de noviembre participaré en la ya clásica Carrera Popular Murallas de San Carlos y allí tendré que seguirme demostrando que voy mejorando día tras día.

domingo, octubre 21, 2007

Carrera Popular Ciudad de Jerez de la Fra.

Un saludo a tod@s ustedes.

Hoy he estado participando en la Carrera Popular Ciudad de Jerez y voy comenzando a sentirme cada vez más satisfecho. Un recorrido de 8 kms. 300 metros por las calles de Jerez, con salida y meta en el Estadio Chapín, instalación de tan grato recuerdo para los cadistas.

Al grano. Mi marca final: 38:29, lo cual me sale un promedio de 4:38 min./km. No me puedo quejar. He ido toda la carrera cómodo, sin ir al límite y ya comienzo a bajarle segundos al crono. El recorrido es horrible, con un tramo adoquinado por la calle Medina que ralentiza bastante el ritmo. Pero voy saliendo del bache de la temporada pasada y este año, siendo realistas, me conformo con poder competir a un nivel similar al del año 2004. Ya habrá tiempo de situar mayores cotas de exigencia.

Poco a poco iré mejorando hasta encontrarme dentro de mi nivel óptimo. Para ello debo seguir entrenando con continuidad y, sobre todo, terminar todo este periplo de bodas de familiares y amigos que me están impidiendo poder irme los domingos a competir. A partir de noviembre creo que vuelvo a gozar de la disponibilidad máxima para poder correr y ando dudando si ir el primer domingo a la Media maratón de Dos Hermanas o a la Carrera Popular de Chiclana de la Frontera, aunque seguramente opte por la segunda opción.

jueves, octubre 11, 2007

12-O: Día del orgullo nacional

lunes, octubre 08, 2007

El derrotado


EL DERROTADO

Ángel González

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca -y es tan sencillo-
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: «buen día,
madre».
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.

Mi agradecimiento a Madam Butterfly por compartir en su blog este bello poema de Ángel González que yo desconocía. Ella ha sido la feliz culpable de que lo cuelgue en este rincón personal mío. Dedicado a los que un buen día tuvieron que abandonar su tierra para huir de la pobreza y de las guerras en busca de un horizonte mejor.

Del transcurso


DEL TRANSCURSO

Jorge Guillén


Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
Y se me ahonda tanta perspectiva
Que del confín apenas sigue viva
La vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos
En torno de unas torres, y allá arriba
Persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,
Y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

Ante los ojos, mientras, el futuro
Se me adelgaza delicadamente,
Más difícil, más frágil, más escaso.

martes, octubre 02, 2007

Cuando el primer amor llega a los 41 años


El poeta Marcos Ana relata su difícil adaptación a la vida en libertad tras pasar más de media vida en cárceles franquistas
Al recobrar la libertad, mi choque con la vida fue lo más tremendo. Muchas veces, hasta hoy mismo, la gente me pregunta qué fue lo más duro para mí: los veintitrés años de prisión, la condena a muerte, la tortura, la separación de la familia... Yo respondía y respondo siempre con lo más inesperado: "Lo más difícil fue la libertad".


Cuando salí tuve que iniciar un duro periodo de adaptación a la vida. Me sentía como parachutado en un planeta extraño. Devolvía los alimentos, me mareaba en los vehículos, mis ojos enrojecieron, quemados por la luz; me aturdían los espacios abiertos, acostumbrado a las dimensiones cortas y verticales. Nacía a la vida, una vida que tenía que ir descubriendo, casi a tientas, como un recién nacido.

En Alcalá de Henares había discurrido mi vida política durante la guerra y no era lo más prudente quedarme allí recién salido de la cárcel y expuesto a posibles provocaciones. Decidimos que era más seguro irme a Madrid, a la casa de mi hermano Fabri. Mi hermano estaba casado y con cuatro hijos, a los que tomé enseguida gran cariño. Tenía una gran ansia de familia, incluso me gustaba ir por las tardes a esperar y recoger a la niña más pequeña, Ana Mari, de cinco o seis años, a la puerta de su colegio.

La primera persona que vi, a excepción de mi familia, fue al poeta Félix Grande, muy amigo de José Luis Gallego, quien le advirtió de mi salida. Fue muy atento conmigo, me llevó a visitar el Museo del Prado y paseamos por Madrid como viejos amigos, aunque acabábamos de conocernos. Esos fluidos positivos que algunas veces unen a las personas. No le volví a ver hasta mi regreso del exilio. No por falta de deseo, sino porque, dada mi situación tan especial, esperando mi salida de España, no quería crearle ningún problema. Hemos comentado muchas veces ese encuentro.

Madrid, el Madrid de los sesenta, me causó un gran impacto. No era aquella ciudad bombardeada y oscura que había dejado veintitrés años antes. Lo que estaba ante mis ojos era una ciudad llena de luz y de vida. Naturalmente, mi conciencia política y mis informaciones sobre la situación me permitían comprender que lo que veía era sólo la piel reluciente de la ciudad y que debajo de ella hervían graves problemas humanos y sociales. Un día visité Vallecas, en cuyos arrabales, en esa época, había una concentración de emigrantes, trabajadores que venían huyendo de la pobreza y el hambre de todas partes de España y se hacinaban en centenares de chabolas miserables con improvisados techos de uralita. Era la otra cara del nuevo Madrid que estaba descubriendo. En todos los países que después visitaría en mi gira por el mundo, incluso en los más desarrollados, siempre descubría el rostro desesperado de la pobreza más extrema, bolsas inmensas de miseria, el contraste brutal entre una riqueza insultante y la depauperación y el hambre más indignantes.

(...) En medio de tanto asombro y deslumbramiento, las mujeres eran lo que más fascinación me producía, pero a la vez lo que más me intimidaba. Veía pasar una muchacha, me gustaba, y me iba tras ella como un niño tras una golosina, pero no me atrevía a dirigirle la palabra. Era un placer contemplarlas, oír sus voces, observar el ritmo excitante al andar de sus caderas. Las seguía de cerca hasta que desaparecían en un portal o por la boca de un metro. Mi timidez y mi inseguridad no me permitían pasar de ahí.

Me comportaba como un adolescente. Los tres años antes de ser encarcelado fueron años de guerra, y anormales, por tanto, para mí. El amor lo conocía de oídas solamente. Pasé de la adolescencia a la madurez, de los 16 a los 41 años de golpe, y en ese campo estaba lleno de inhibiciones y complejos.

Mi primer amor
Una tarde, casi al anochecer, me encontré con un amigo de la infancia, hombre de negocios que, sin participar de mis ideas, me visitó alguna vez en la cárcel de Porlier. Me invitó a dar una vuelta por Madrid y me llevó a conocer algunos cabarés que él seguramente frecuentaba. Yo aparentaba cierta indiferencia, pues salía un poco chapado a la antigua y me parecía que no era demasiado responsable visitar esos lugares. Pero miraba a hurtadillas y se me saltaban los ojos viendo a aquellas mujeres excitantes que deambulaban de un lado a otro provocativamente.

En un momento, mi amigo miró su reloj y me dijo: "Debo marcharme, tengo invitados en casa y se me está haciendo tarde. Dame tu teléfono y nos vemos otro día con más calma". Le di un número falso, pues dada mi situación, pendiente de mi salida clandestina de España, no era prudente establecer ninguna relación.

-Espérame un minuto -me dijo antes de marcharse.

Se perdió en el fondo del salón y volvió con una muchacha preciosa, a la que llamó Isabel. Sin presentármela siquiera, le dio un billete de quinientas pesetas y le dijo: "Toma, para que pases la noche con este amigo".

Era una muchacha delgada y morena, con ojos azules y tan excesivamente joven que en su rostro no había ni la más leve huella de su profesión. Me es muy difícil describir ahora cómo pasé aquel momento, pero lo cierto es que cuando me quedé a solas con aquella mujer hubiera deseado que me tragase la tierra. No sabía cómo comportarme. Ella me dijo con tono indiferente: "Bueno, vámonos". Y yo, confuso y con voz entrecortada, le pregunté: "¿Adónde?". "Pues... al hotel".

-Pero así, ¿sin apenas conocernos? Me gustaría pasear un poco, saber algo más de nosotros...

Era un lenguaje inusual para una prostituta y me miró sorprendida. Y al ver que yo no acertaba a hablar, que me temblaba el cigarrillo en la mano mientras fumaba nervioso, pensó que estaba borracho y me devolvió el dinero. Yo, en lugar de retirar el billete, tomé con mis dos manos la suya: "No, no, si yo quiero ir contigo, me gustas y lo deseo, pero es que para mí todo esto es muy difícil...".

Y balbuceando las palabras, tartamudeando, le conté que acababa de salir de la prisión, que era un preso político, que me habían tenido veintitrés años fuera de la vida, que nunca había estado con una mujer...

Entonces, aquella muchacha, un poco extrañada, dulcificó su rostro, sus ojos me miraron de pronto con afecto, o con piedad, no sé, y me dio una lección de humanidad, con una ternura y comprensión inesperadas.

-Bueno, mira, yo creí que estabas borracho. Ahora cambia todo, y voy a perder hoy contigo unos cuantos servicios esta noche.

Me invitó a cenar, creo que fue en la Torre de Madrid o en un edificio alto de la plaza de España, y viví, entre temblores, las escenas más hermosas e increíbles. Después de cenar seguimos un rato charlando hasta que ella me dijo: "¿Nos vamos ya al hotel?". El problema para mí seguía siendo el mismo; era como cruzar un río desconocido, sin saber nadar, lleno aún de inseguridades. Pero ella, riéndose, me decía: "No te hagas problemas, tú no tienes que preocuparte de nada, lo voy a hacer yo todo".

Y nos fuimos al hotel, donde ella vivía en una habitación alquilada. Todo resultó más fácil de lo que yo temía. El mérito fue de ella. Superé mis inhibiciones, y aquella muchacha, con la mayor sensibilidad y ternura, consiguió que, por primera vez, conociera el amor en una noche inesperada. Después, en vez de dar "la sesión" por terminada, me pidió que me quedase a dormir con ella. Lo dudé un poco: la preocupación de la familia si no volvía a casa, los policías si notaban mi ausencia... Pero era muy difícil renunciar, me quedé y seguimos charlando hasta altas horas de la madrugada.

Por la mañana me despertó con un beso. Traía una bandeja en sus manos. Había bajado a la calle a por churros y chocolate, se sentó en el borde de la cama y desayunamos juntos. Al despedirnos la estreché con la mayor ternura entre mis brazos, con el corazón en la garganta, sabiendo que no la iba a ver nunca más.

Al llegar a casa encontré a mi hermano disgustado por no haberles avisado de que iba a pasar la noche fuera. Mi cuñada, Lola, que había tomado mi chaqueta para cepillarla, sacó de uno de los bolsillos un papel liado como un cigarrillo y me preguntó: "¿Qué tienes aquí, Fernando?".

Un majestuoso ramo de flores
Tomé el papel, en el que venía enrollado el billete que le dio mi amigo y una pequeña nota que decía: "Para que vuelvas esta noche". Al leer aquellas palabras, que me parecía oírlas de su propia voz, volvió a mí la fuerza de la sangre y, estremecido por el deseo, me eché a la calle sin quedarme a comer, aun sabiendo que el local no lo abrirían hasta las ocho o nueve de la noche. Estaba exaltado, nervioso, deseando vivir un nuevo encuentro.

Pero mientras paseaba esperando una hora prudencial para ir al cabaret, me asaltó un pensamiento molesto, que fue tomando cuerpo y que me llenó de confusión y contrariedad: la idea de que iba a romper el encanto de mi primera noche con Isabel. Que al volver y "comprar su cuerpo" con aquel dinero, que además era suyo, sería como tomar conciencia de que era una prostituta y que yo la iba a prostituir aún más, como un cliente cualquiera, y a ensuciar y hacer trizas un hermoso recuerdo que quería y debía conservar con toda su pureza y su ternura.

Pero otra vez me abrasaba el deseo y mi imaginación se encendía recordando la noche que pasamos juntos. Y cuando estaba dudando con esos pensamientos enfrentados pasé por delante de una floristería y casi sin pensarlo, con un impulso instintivo, entré y le dije a la vendedora: "Póngame quinientas pesetas de flores".

La mujer me miró sorprendida: "¿Quinientas pesetas?".

-Sí, sí, quinientas pesetas, escójame las mejores flores.

Empezamos a elegir y formamos un ramo majestuoso, donde se mezclaban las orquídeas con las magnolias y las rosas.

Me parecía inadecuado, ridículo sobre todo, llevárselo al cabaret donde ella trabajaba y ofrecérselo en aquel ambiente. Tomé un taxi, me dirigí al hotel donde pasamos la noche, en la calle Echegaray, y dejé en la recepción el ramo de flores y una sencilla nota que decía: "Para Isabel, mi primer amor".

lunes, octubre 01, 2007

Que contento estooooooooy

Un saludo a tod@s ustedes.

Pues sí. Estoy muy contento. Acaba de salir la nota del 1er parcial de Sociología General del cual me examiné en septiembre y la he aprobado con un 6,00, con lo cual me quito la asignatura completa ya que el 2º parcial lo aprobé en el mes de junio. Así que estoy muy contento y ahora me falta esperar la nota de Introducción a la Ciencia Política. La espera ha merecido la pena.
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